Estas semanas, bueno, desde que comenzó el año, he estado muy ocupada. Claro, no ocupo cada minuto del día, pero sí tengo demasiadas cosas que hacer. Sin embargo, me siento bien, relajada, sin estrés. Hoy sí hay un poco de estrés, por esperar los resultados de un exámen importante, pero fuera de eso todo esta bien.
No he opinado mucho acerca de todos los acontecimientos sucedidos en semanas (¿meses?,¿años?) acerca de la violencia irrefrenable en este país. Cada día estamos peor. Ciertamente, podríamos estar mucho peor, como ayer comentaba con Poncho, pero la razón por la que no opinaba era porque no encontraba la manera de expresar lo que pienso.
Entonces hoy me encuentro
esta columna, de Ciro Gómez Leyva, en la que escribe lo que yo pienso. La transcribo pues es corta, también pueden verla en su
sitio original.
Los “hijos de puta” de Aguilar Camín
Me dolió, mucho, el maltrato a Fernando Gómez Mont el jueves en Juárez. Los empujones, el golpe en la cabeza. Pero sobre todo los gritos de asesino.
Fernando es un compañero entrañable de aquella lucha de 2003 para revertir el gansterismo con que Ricardo Salinas Pliego se apoderó de CNI/Canal 40. Y sé que si algo no ha hecho jamás es matar o mandar matar a alguien.
Qué jodido cuando las masas enardecidas inventan la verdad.
El viernes le pedí a Héctor Aguilar Camín una opinión en la radio. “Se entiende el reclamo de las madres por lo que dijo el Presidente del pleito de pandillas”, comenzó. “Y tienen razón, el Presidente se equivocó al precipitarse. Pero estoy en absoluto desacuerdo en que le reclamen por los muertos. Como si él, o Gómez Mont, o el Ejército, o las fuerzas de seguridad hubieran matado a sus muchachos. Pueden haber fallado en garantizar la seguridad, pero los asesinos son los asesinos, los que mataron a estos muchachos. Ellos son contra quienes hay que voltear”.
Héctor hizo una disección de la confusión: se reacciona con fiereza contra los gobernantes y, de hecho, se exenta a los criminales.
“No hay una condena moral sistemática contra los asesinos”, concluyó subiendo una voz notablemente consternada. “Hay incluso una cierta consagración, en los corridos, de lo que hace esta gente. Pero no una condena pública contra éstos, que son los responsables de la sangre y de las ejecuciones y de los decapitados. ¡El gobierno no mató a esos muchachos, los mataron esos hijos de puta! ¡Esos son los hijos de puta! ¡Volteémonos contra ellos! Y reclamémosle al Estado ser tan ineficaz con la seguridad que está obligado a dar. Pero los hijos de puta, son los hijos de puta”.
De acuerdo, Héctor.
Vivimos en un país en el que la culpa NUNCA es nuestra. Todo lo que pasa es culpa del gobierno, todo. Si no paso un exámen de admisión, es que el gobierno tiene la culpa porque no me dió educación de calidad. Que si no obtengo un mejor trabajo, no es porque yo no esté bien preparado, sino que el gobierno no proporciona buenos trabajos. Claro, por supuesto que muchísimas de las cosas que suceden son consecuencia del estado de mierda en el que vivimos, y en mi opinión muy personal, más que del gobierno federal es culpa de los pendejos de los diputados y los senadores. Cualquier persona que sea diputado o senador es objeto de mi más puro y concentrado desprecio. Por que TODOS, léase bien, TODOS son iguales.
Pero el punto no es ese. Eso todos lo sabemos. El punto es que vivimos en un país en el que se le perdona al delincuente, se le exonera de culpas, y hasta, increíble, se le alaba. Se perdona la delincuencia en todos los niveles. Desde aquel que paga $1000 para que le respondan el toefl y pasarlo (si, alguien muy cercano a mí y a quien desprecio totalmente lo hizo), aquella persona que roba el bajo de su exnovio y lo vende, aquellos que compran los proyectos finales de materias, hasta aquellas mujeres (ahhh, mujeres tan pendejas, tantas veces detesto mi género, mujeres estúpidas) mujeres madres de cholos y delincuentes, que en lugar de hacer que sus hijos se responsabilicen de sus actos, cuando llega la patrulla por ellos los defienden a pedradas y hacen sus escándalos. En este país, está bien escuchar narco-corridos, aquellas canciones (bastante malas, por cierto) que alaban a los delincuentes. La gente mexicana es tan estúpida que no se da cuenta que los que asesinan, los que andan cortando cabezas, son esos culeros a los que alaban con sus canciones mierda de los tigres del norte y todas esas agrupaciones pendejas. Aquí la gente sueña con una vida en la que no tienen que esforzarse para conseguir el éxito, en la que no importa matar a unos cuantos para tener harta lana. Y algunos hasta se atreven a disculpar a los criminales, porque la situación está bien difícil ¿no? y hay que comer. Para mí eso es INADMISIBLE, pues yo misma conozco gente bastante, pero bastante pobre, que ha salido adelante honradamente, que viven día a día esforzándose, trabajando y viven pobremente, pero honestamente.
Ah y la droga. La droga es buena onda, claro. No la relacionan con la situación actual, no, pues es culpa del gobierno ¿verdad? Pendejos.
¿Algún día la gente despertará y mostrará repudio contra los delincuentes?¿Algún día dejarán de tirar basura en la calle y luego culpar al municipio porque se inundan las calles cuando llueve? ¿Algún día dejará de causarles gracia robarse la luz, poner sus pinches diablitos? ¿Algún día los comerciantes informales dejarán de serlo, y así exista una base gravable real en nuestro país, donde todos paguen y no sólo unos cuantos? ¿Algún día se darán cuenta que los narcos son los que cortan las cabezas y matan adolescentes en fiestas, y no Calderón o Gómez Mont?
Sinceramente, lo dudo. Porque en este país el que hace las cosas bien, por el camino honesto y probablemente el más tardado, es un pendejo.